Un estudio presentado en el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares de Bilbao desmiente que los fumadores tengan mejor pronóstico

José Ramón González-Juanatey, jefe de Servicio de Cardiología del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. Foto: Ideaymedia.
La denominada ‘paradoja del tabaquismo’ no existe, no es cierto que tengan mejor pronóstico los pacientes fumadores después de un infarto agudo de miocardio (IAM).
Es la principal conclusión de un estudio realizado por el Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela, y en el que ha participado su jefe de Servicio, José Ramón González-Juanatey.
“Cuando se utiliza un análisis estadístico que uniformiza el riesgo de los pacientes en base a otros factores, no observamos que existan diferencias entre pacientes fumadores y no fumadores”, ha indicado el ya expresidente de la Sociedad Española de Cardiología, quien ha presentado el estudio precisamente en el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares que se celebra en Bilbao.
“Esta constatación es muy importante, porque existía una falsa relajación, en tanto en cuanto el fumador tenía infartos menos graves o con pronóstico no tan malo”.
La ‘paradoja del tabaquismo’ apareció después de que algunas investigaciones apuntasen a una menor tasa de mortalidad en pacientes fumadores con IAM, respecto a aquellos sin hábito tabáquico. Según explica el Dr. González-Juanatey, “se había especulado con el mejor pronóstico de estos pacientes fumadores, que podría deberse a que eran más jóvenes y a que presentaban factores de riesgo menores y por tanto podían recibir tratamientos más agresivos”.
Para comprobar si había diferencias en los resultados dependiendo del tipo de análisis de datos, el equipo de Santiago realizó, por un lado, un estudio retrospectivo a partir de una cohorte de 4.420 pacientes con diagnóstico de infarto entre 2004 y 2011, basado en el estudio multivariante. Y además, para precisar lo máximo posible si realmente existe un beneficio residual de supervivencia para los fumadores tras el IAM, se llevó a cabo un análisis estadístico complejo llamado propensity-matched, es decir, se identificaron dos grupos con características clínicas muy similares, que solo se diferenciaban en si eran fumadores o no. En concreto, elaboraron dos grupos de 877 pacientes emparejados según la presencia o no de tabaquismo.
En el primer análisis, entre los 4.420 pacientes de la cohorte, los fumadores eran más jóvenes, con menor tasa de hipertensión arterial, diabetes, dislipemia o insuficiencia renal crónica. Los fumadores sufrieron más infartos con elevación del ST, pero de mejor pronóstico que los no fumadores; y fueron sometidos a un mayor número de intervenciones coronarias percutáneas, así como una tasa mayor de tratamiento médico óptimo.
Durante el seguimiento inicial, casi el 30 % de los pacientes fallecieron, pero los fumadores presentaron una tasa menor de mortalidad (12,3 % frente a 31,1 %). Ahora bien, cuando se realizó el ajuste exhaustivo propensity-matched, en la cohorte de 877 pacientes, no se encontraron diferencias en la mortalidad entre fumadores y no fumadores (16,1 % vs 16,5 %).